martes, 29 de junio de 2010

Me conformo con bailar un rato con la felicidad


La vida pasa rápida, a veces no nos damos ni cuenta, pero cada instante debe ser vivido al máximo, ya que pasa como un soplo de aire y no se volverá a repetir jamás. Como oí decir a alguien hace poco “ nadie tiene días siempre mejores”. No cuesta ordenar la frase y quedarse con que es cierto, no todos los días que vivamos serán los mejores, y puede ser que ya hayamos llegado al máximo ( o incluso lo hayamos superado) en el pasado. Aún así, debemos seguir buscando ese estado llamado felicidad, o al menos algo que se le parezca. Aunque quizás ahora nos sintamos desorientados, seguiremos caminando, pues tarde o temprano, encontraremos nuestro rumbo y hacia allí dirigiremos nuestros pasos.

domingo, 27 de junio de 2010

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Le miro. Es tan hermoso, con su piel marrón, brillante, perfecta. Un poco desgastada en alguna parte, pero nada que afee su hermosa presencia. A mí lado siempre, jamás me abandona. ¿ Qué haría sin él? La vida no sería igual. Sigue ahí, esperando a que me acerque y le tome entre mis brazos, apoye mi barbilla en él y me deje llevar con los ojos cerrados. Lo acaricio, dulcemente, sin prisa, mientras sigo admirando su belleza. Por fin me decido y elijo una partitura. Cojo el arco, y lo paso por sus finas cuerdas. Y la magia se produce, las notas surgen de la nada, de mis manos. Simbiosis perfecta entre ambos, si me equivoco, lo hacemos juntos, y rectificamos el error a tiempo. Y volvemos a empezar, sin prisa, sin pausa. ¿ Qué haría yo sin ese instrumento de cuerda? Porque a veces, él es lo único que me queda.

sábado, 26 de junio de 2010

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Paso como siempre, despistada, escuchando música, y le veo. Toca el acordeón como antes de que me marchara, me paro a mirarle, como siempre, y deja el acordeón en el suelo. Por primera vez, me habla, e ignora al resto de la gente que escuchaba las notas que salían del acordeón.
-Te vi tocar el lunes. No sabía que tocabas el violín.
No sé explicar porqué, pero me siento feliz. Me vio tocar, se acordó de mí. No le pregunto a quién fue a ver a la audición, me basta saber que me vio a mí. Tengo prisa, y me despido de él prometiendo bajar a verle tocar de nuevo. Y dentro de mí, siento que es el comienzo de algo. Que puede nacer una buena amistad entre ese hombre de ojos azules que toca el acordeón y yo. Esos ojos azules que me han llegado a lo más profundo del corazón.

martes, 8 de junio de 2010

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No sé quién es . No sé su nombre, ni su edad, ni siquiera sé si es español o porque se dedica a eso. Paso por Independencia, y suele estar allí. Poca gente se para a mirarle o a echarle unas monedas. Pero yo siempre me paro. Me quedo mirando como toca su acordeón, y en vez de aplaudirle cuando acaba, esbozo una sonrisa. Me mira, y también sonríe. Como ya he dicho, no sé quién es, y sin embargo, consigue sacarme una sonrisa con su música perfectamente tocada. Es por eso que nunca le echo monedas. No creo que fuesen suficientes para pagarle, porque ese intercambio de sonrisas entre músicos y esas melodías que me levantan el ánimo, como tantos otros pequeños detalles en esta vida, no tienen precio.

domingo, 6 de junio de 2010

Tengo personalidad adictiva

Equiparar la adicción del amor a la adicción producida por las drogas, es la forma más sencilla de explicar porqué dependemos tanto de la persona amada. Compara el amor y una droga cualquiera, pongamos de ejemplo al tabaco, muy extendido en la sociedad. Ambas cosas nos hacen dependientes, lo añoramos si no lo tenemos y daríamos cualquier cosa por conseguirlo. Hay quien tiembla por el mono que le produce no tener cerca un cigarro que llevarse a la boca. Yo tiemblo en mi cama vacía al no tener un abrazo que me guía. Ahora dirás que es un tipo de adicción diferente. Pero no sé si estoy de acuerdo en eso. El tabaco te destroza por dentro, y el amor, ¿ no hace lo propio? El amor no es como el tabaco, es un conjunto de todas las drogas, pues provoca efectos tan dispares, que una sola no basta para equipararlo. El amor es necesidad, hace dejarlo todo, te nubla la visión, solo piensas en esa persona, dejarías a un lado cualquier responsabilidad por una calada de su boca, olvidarías todo lo demás mientras te quede eso. Te hace ver visiones pensando que puedes perderlo, te hace llorar y temblar una vez perdido. Está mal engancharse a algo o a alguien, pero cuando dejas de tomar tu droga particular, llega el síndrome de abstinencia, el cuerpo no responde correctamente sin eso. Las drogas pueden llevar a la muerte, ¿ acaso el amor no? No consta en los estudios de drogadicción, no hay clínicas especializadas para ayudar a superarlo. Pero el amor es la droga más potente, la que provoca mayor necesidad y la más difícil de superar.