martes, 24 de mayo de 2011

Stone.


Desgaste. Como dos piedras que chocan entre sí movidas por la corriente. Rozan entre sí hiriéndose, desgastándose, haciéndose más pequeñas con cada nuevo embate. Otro golpe. Más pequeñas aún. Cantos que pierden sus esquinas, que pierden el rumbo, que se marean y no saben seguir. Cambian, cantos rodados que no pueden herir porque ya han hecho bastante. Lisos, sin imperfecciones, que solo pueden rodar una y otra vez, acariciándose, sin darse cuenta de que eso también les desgasta físicamente. ¿Es que nadie puede apiadarse? ¿Por qué nadie los libra del suplicio? ¿Acaso no son hermosos también cuando han cambiado? Ni si quiera las rocas son lo suficientemente duras como para mantenerse eternamente, son vulnerables, como yo. Son vulnerables como tú. Como nosotros. Como todo. Y necesitan tu ayuda. Sácalas del agua antes de que mueran ahogadas. Porque esa es la sensación. Ahogo. Como si nadie ni nada pudiera ya salvarte.

domingo, 22 de mayo de 2011

Oink.


¿Alguna vez has cerrado los ojos mientras alguien te contaba un cuento, y has sentido que estabas allí, que podías tocar la hierba, que podías oler las flores y sentir el sol sobre ti aunque estuvieras en una plaza e hiciera demasiado frío? ¿Alguna vez has contado estrellas alumbrándolas con un cerdito que te proporcionaba luz, y te ha invadido una sensación de timidez pensando que iluminaría también tus sentimientos hacia tu acompañante? ¿Alguna vez has dicho que lucharías por seguir tus sueños, trataran sobre cuentos o sobre estrellas? Dime, ¿alguna vez te has atrevido a despertar y a hacer que tus sueños cobraran vida?

Untitled


Hoy tenía que decirte que ya no sé lo que soy, que las noches se me pasan como cenizas de ayer, que las mañanas me duelen y ya no sé qué hacer. He perdido los colores, puede que los amaneceres, y tu sonrisa se engancha en mi pecho sin dejarme respirar. Es difícil despertar sabiendo que estás muy cerca pero que por lo visto no nos podemos juntar. ¿Quién decide los destinos? ¿Quién pone punto y final a los cuentos de verdad? Si esto fuera un telefilm, la lluvia nos uniría, pero como no lo es me siento y estoy perdida. Una vida y tu sonrisa es lo que llevo en mi mochila, y voy buscando la forma de vencer mi cobardía...

viernes, 20 de mayo de 2011

Together

Poco a poco. Con cuidado, para que no se rompa, para que no se hunda. Con cariño, para que sea fuerte, para que vuele sin miedo. Con dulzura, para que crea, para que sonría. Sin prisas, con ganas, para poder llegar, para quedarse. Sin arrepentimientos, sin miedos, con abrazos, con tintes de locura y una pizca de tontería. Lentamente. Perfecto. Así es como lo hacemos.

jueves, 19 de mayo de 2011

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No es a ti lo que echo de menos, es la perfección del entorno que nos rodeaba lo que añoro cuando acaba el día.

miércoles, 18 de mayo de 2011

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Y volverá a ti en las noches más tenues, y sentirás que un pequeño error nunca es razón suficiente para decir adiós a la luz, pero ahora es tarde. Ni las lágrimas podrán borrar los besos que acabaron marchitándose, el sol que terminó apagándose ni el amor que al final se extinguió para siempre.

lunes, 16 de mayo de 2011

365

Cuando "nosotros" ya no era, dando paso a un "tú y yo" separado y roto que desembocaba en un "yo" a la deriva. Y el mundo se perdía y se precipitaba en un torrente de emociones, que heridas querían desembocar en algo que no fuera perder la partida. Pero no podían, y la tormenta nunca acababa, fuera el sol brillaba y nadie entendía nada..

jueves, 5 de mayo de 2011

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La quería mucho. Quizás demasiado. Quiso guardarse para él cada mirada, cada sonrisa, cada palabra, cada gesto, cada paso, cada olor, cada giro. Se dio cuenta demasiado tarde de que no quedaba nada de ella que no le perteneciera. Y entonces la miró, y a ella no le quedaba nada. “Has cambiado” le echó en cara, y se marchó, devolviéndole en una cajita cada parte que un día había coleccionado con tanto mimo y pasión. Ella colocó todo en su sitio, pero alarmada descubrió que algo faltaba. Un trozo de su corazón y un trozo de una costilla. Nadie se dio cuenta nunca, pero ella no volvió a ser la misma. Porque cada vez que respiraba le dolía la costilla, y se clavaba con saña en su corazón, haciéndole recordar.

miércoles, 4 de mayo de 2011

365


El dolor lacerante en el pecho, la sensación de que un hierro ardiendo te atraviesa el corazón pulverizándolo y dejándote sin sentido. No hace falta mucho para esa sensación, solo un instante, una canción, una imagen, o igual simplemente una palabra te transportan de nuevo al momento más hermoso de tu vida. Y las lágrimas caen porque ya ha pasado demasiado tiempo, trescientos sesenta y cinco días desde que supiste que tenías que hacer algo y no supiste cómo, desde el momento en que fuiste consciente de que el cuento se acababa y no era con un “y fueron felices y comieron perdices”, desde el momento en qué supiste que la vida que habías conocido se te escapaba de las manos. Has crecido, has cambiado, y en simbiosis paralela, quién se fue ha hecho lo propio. Ya no sabes quién será, cuáles serán sus sueños o sus miedos más reales, pero te abrirías el pecho y dejarías caer el corazón, te arrancarías la piel y devorarías con tu mirada ese instante demencial en qué perdiste la razón al ser consciente de que una parte de ti se moría para siempre.
La vida no es fácil te dijeron una vez, y no quisiste creerlo, porque tu felicidad empañaba la triste realidad que un día te alcanzaría, barriéndote con su fuerza y dejando que flotaras en un amargo y profundo desengaño. Ya no te quedan sueños, a menudo te cuesta incluso respirar, y te preguntas por qué tienes que continuar si no encuentras el sentido exacto de la vida ahora que el sol se ha puesto y se empeña en esconderse detrás de un oscuro y espeso nubarrón. Los días pasan, la gente se mueve, el mundo sigue girando aunque no hayas movido ni un solo músculo por seguir girando con él. Tus carcajadas acaban en llanto, la risa no llega a tus ojos, mientes a un mundo que no te comprende, finges un optimismo que no es, para permitir a los demás que crean que ya ha pasado. Pero en el fondo simplemente mientes porque te gusta regodearte en tu propia soledad, te gusta pensar que es lo que te toca, que estás mejor así para que nada ni nadie pueda hundirte de nuevo. Es el miedo el que domina tu vida desde aquel día, los recuerdos se enredan en tus pestañas y te hacen lagrimear, te asesinan los recuerdos y no intentas defenderte ni un instante.
Para ya. Deja de ahogarte en tu propia miseria, sécate las lágrimas y piensa una vez más. Siempre hay que continuar. Y aunque se te haga cuesta arriba las vida nunca es fácil. Ahora que lo has aprendido gánale esta partida, vuelve a sonreír y permítete una vez más, volver a ser feliz.

lunes, 2 de mayo de 2011

Smile.

Hoy quiero hablar de ella. A la que todos habrán conocido en mayor o menor medida, a la que todos habrán deseado, amado y odiado cuando faltaba. Nunca sabes a ciencia cierta cuándo se irá, cuándo estará, si se quedará para siempre o sólo será un efímero momento. Si corres tras ella, parece que se esconde, si dejas de buscarla, parece que aparece. Caprichosa, hermosa, luminosa, la razón por la que todos vivimos. Todos la queremos para nosotros, sujetarla fuerte y que no se vaya. Sí, ella es la felicidad. La que te invade a veces simplemente al ver una puesta de sol, al verle llegar o al escuchar tu canción preferida. La que desearías que se quedará para siempre. La que te hace sonreír. Y vivir.

Noir.


Noté un dolor intenso a la altura del pecho y sentí que caía. No sabía dónde estaba, una oscuridad demasiado densa me envolvía y tenía miedo, mucho miedo. Me arrastré buscando una salida, una pista que me indicara dónde me encontraba, pero no había nada a lo que agarrarme, nada que me pudiera ayudar a salir de allí. Empecé a llorar, el pecho me ardía y me daba miedo la negrura de mi alrededor. Desperté aún envuelta en lágrimas, y él me tranquilizó señalándome que sólo había sido una pesadilla. Le abracé temblando, presa de una angustia que poco a poco se desvanecía dejando paso a una sensación de alivio purificadora. Soñé que te perdía, murmuré sin soltarle. No contestó y se limitó a abrazarme con más fuerza. Los primeros rayos de sol nos encontraron así, esperando una respuesta que tal vez nunca llegaría…

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Tal vez sea solo un instante el que separa el “te quiero para toda la vida” del “se acabó”. Es posible que sea tan solo un instante, tan solo un gesto, tan solo una palabra la que desencadene la convicción de que el amor ha acabado. Sería triste pensar que un día te dolió la cabeza y como no le viste te diste cuenta de que ya no lo necesitabas. O que un día se te agotara la batería del Ipod y al regresar a casa ensimismado te dieras cuenta de que ya no era como antes. Quién sabe, igual fue solo el momento en que ella dijo “odio tu forma de cerrar los ojos” en tono de broma, y tú reparaste en que a ti ya no te gustaba su forma de cerrar los suyos. Pensar que algo tan pequeño como un simple pensamiento fugaz que pasa por tu cabeza puede acabar con algo tan grande como lo que tienes, puede ser desolador. Pero bueno, tal vez ese pequeño pensamiento nunca cobre forma en tu cabeza, y te des cuenta de que el dolor de cabeza crecería sin él, de que ya no es como antes porque es más, de que aunque no te convenza cómo cierra los ojos su pelo y su olor te fascinan cada vez. Y seguirás. Un poco más. Mucho más.

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“Dime que me quieres”. A Marcos le sorprendieron sus palabras. ¿Qué clase de petición era esa? Él jamás decía te quiero, eran palabras demasiado fuertes, demasiado precisas, demasiado reales. Tenía miedo de que en el momento de decir te quiero se atara de forma irreversible a ella sin poder hacer nada para evitarlo. Se preguntó a sí mismo si la quería y se dio cuenta de que sí, le gustaba su forma de caminar, su forma de enfurruñarse cuando le llevaba la contraria, su cara pensativa cuando callaba. Marta le miraba esperando. Las manos le sudaban, no podía decirlo. Le daba demasiado miedo.