martes, 31 de enero de 2012

Un final siempre significa un nuevo comienzo.

Me remitiré a esta frase que he usado para encabezar esta entrada. He estado reprimiendo mis ganas de escribir como he hecho siempre para que la gente no se diera por aludida en según qué ocasiones y ahorrarme problemas. Pero francamente, como se puede ver al final de mi blog, escribo lo que me sale igual que mi corazón late. Así es. Se acabó la censura y el pensar antes de darle a publicar. Esto es mi vida. Y voy a luchar por lo que quiero.

Quizás he cambiado en los últimos meses, mi blog también ha cambiado. Nació como una vía de escape, para poder gritar lo mucho que echaba de menos a alguien a quien quise mucho, quizás demasiado. Se puede ver la evolución, antes mis entradas tenían un tinte muy melancólico. En algunas ocasiones lo siguen teniendo, la melancolía forma en cierto modo parte de mí. Ahora no sé qué es mi blog ni cuál es su verdadera finalidad. Sigue siendo una vía de escape, pero ya no sé de qué huyo. Pero es algo más. Es mi modo de expresarme, de tratar de alcanzar mi sueño, que es publicar un libro en el que llevo ya varios años trabajando. Pocos creen en mí, pero mientras yo no pierda la fe, todo puede suceder. Y no dejaré de escribir pase lo que pase.