miércoles, 27 de junio de 2012

Untitled.

Es justo ahí, en el pecho. El dolor lacerante, hiriente, cortante e insoportable en el centro del corazón, nublando las piernas y la vista, acabando con los sueños y las sonrisas. Un dolor que ni siquiera sabías que existía, un dolor no comparable a otra cosa porque la cura es difícil de conseguir, a veces incluso imposible porque esa misma cura se ha extinguido con la llegada del dolor. Sea expresa o tácitamente, ese momento llega, siempre llega. Tal vez directamente, tal vez por actos que así lo demuestren, pero después del final feliz la película sigue, las cosas acaban y el sufrimiento llega, tarde o temprano. La paloma sale del sombrero, abajo el telón y termina la función. Ya no hay magia, y te sientes desnudo en medio de una ventisca, sin entender, sin comprender cómo algo que creíste eterno ha podido terminar. No siempre es igual, pero es dolor al fin y al cabo, la pérdida de una conexión que te hizo sentirte pleno desde el momento en que se creó, ya no existe. Tampoco puedes unir los cabos sueltos, uno se ha perdido. La indecisión, el miedo, la rabia y el dolor se unen transformados en lágrimas que resbalan por la cara. No hay consuelo posible, sólo escuchar, comprender y llorar también recordando ese momento en que tú también creíste que tu felicidad se acababa para siempre...

jueves, 7 de junio de 2012

Untitled.

Pasan los días, las semanas, los meses… Mueren algunos sueños, otros flotan y otros nacen. Y yo sigo tirándome a la piscina. Día tras día. Sin importarme si hace frío o calor, sin preocuparme la temperatura ni si nadando a mariposa voy más lenta. Me sumerjo y buceando encuentro tesoros perdidos o descubro algunos nuevos que jamás creí que pudieran existir. Y soy feliz. Porque no me hundo. Siempre salgo a la superficie, dónde pase lo que pase, siempre acaba saliendo el Sol.