domingo, 24 de noviembre de 2013

Nasty habits.

A veces todos necesitamos un cambio, cortar con todo y volver a nacer. Empezar de cero se suele decir. Pero es que hay malos hábitos, que a veces llegan a resultar desagradables y redundantes, que están tan, tan arraigados que no se pueden destruir así como así pues su estela siempre te persigue. No importa lo lejos que huyas, siempre te acaban encontrando.


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viernes, 22 de noviembre de 2013

Un café sin sal, y aún así, ganas de llorar.


Esa mañana quise contarte que tenía mis pequeñas obsesiones, como las carpetas de colores, los cuadros de Matisse y las magdalenas. Y por supuesto tú. Quise contarte que eras la obsesión más dulce y más amarga que podía orientar mi vida hacia los placeres más intensos o al dolor más desgarrador. Quise pedirte también que me salvaras de los momentos en los que me obsesionaba tanto con según que cosas que acababa sacándolo todo fuera destruyéndome poco a poco. Quise decirte mil cosas pero solo podía mirarte remover aquel café con desgana. Con una desgana preciosa. Hacía rato que se había enfríado y no ibas a bebértelo. No sé cómo fue, pero acabaste hablando tú. Me contaste que habías recuperado una pieza importante para ti cuando esa persona había regresado a tu vida, me dijiste que aquello era amor. Sonreí con amargura y me sentí tan café que dolía. Ninguno de los dos estábamos destinados a juntarnos con tu boca aquella mañana fría.


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jueves, 7 de noviembre de 2013

I wish I was the moon.

Quedaba lejos aquella noche en que  deseaba con toda mi alma ser la luna y observar lo que poseíamos desde fuera, como un espectador que mira con atención lo que otros tienen con envidia mal disimulada. Ahora simplemente la luna había pasado a vivir en mi cuerpo, que de lejos veía tus sonrisas dedicadas a otros astros que brillaban con más intensidad. Se habían acabado las canciones y solo quedaba esa lucha de instantes contra constantes,  promesas pagadas con oro que pasado el tiempo, se desvanecía entre los dedos. No quedaba nada. Miré al cielo, y tampoco había nada que mirar. Efectivamente, aquella noche insípida y un tanto amarga era luna nueva.


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