sábado, 8 de marzo de 2014

#4

Siempre contó los días. Los numeró y los clasificó, algunos incluso tuvo la tentación de enmarcarlos. Otros quiso quemarlos y deseó que jamás hubiesen existido.  Necesitaba hacer el gráfico, descubrir el punto más alto, estudiar la ecuación para poder evaluar el fallo y si no era tarde, cambiarlo. Se durmió entre calculadoras y estudios del mercado emocional, entre corazones parados y otros intactos, apoyada sobre los restos oxidados de aquella historia que a veces era pesadilla y otras sueño celestial...

No supo decir qué pasó aquella noche, solo que al despertar todo estaba en su sitio. No había nada más que buscar, no quedaban fondos para continuar en la investigación. Colgó el cartel de cerrado y comprendió. Hundió las uñas cerca del esternón y lo arrancó sin vacilar. Palpitaba aún, a duras penas y le contó el secreto. No lo  devolvió a su sitio, decidió que era más cómodo. Y así, con un agujero en el pecho a modo de corazón, nunca volvió a temblar de frío por un abrazo. 


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