Y aunque es tiempo de congelarse, de crear corazas, de quedarse en casa, de bañarse en lágrimas, de golpearse el pecho, aquí estamos. Dejando que un calor a destiempo tenga la oportunidad de intentar derretirnos. Y si sale bien, que nos permita ser felices mientras dure el espejismo que el desierto de tus labios ha dejado después de un mal verano.
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